Translate

viernes, 31 de enero de 2014

ENTRENANDO LA MEMORIA (I)

La buena memoria es el principio de la sabiduría.
Séneca
La memoria es una de nuestras mejores y más útiles herramientas. Un directivo sin memoria es no es un directivo útilImprovisar datos en una reunión, ser capaz de recordar todos los parámetros que intervienen en una operación para ser capaz de tomar la decisión más óptima, tener presentes todos los temas pendientes y tareas por realizar, y ser capaz de trabajar en cada una de ellas sin descuidar el resto,… , y así puedo formar una interminable lista de actuaciones en el día a día de un directivo, que necesitan apoyarse en la memoria.

El problema es que a pesar del continuo uso que hacemos de ella, no le dedicamos el tiempo necesario para mantenerla siempre a punto. Por eso, mi objetivo en esta ocasión es potenciar tu memoria con pequeños detalles diarios.
Pero antes de pasar a los ejercicios, voy a explicar brevemente qué es y cómo funciona la memoria, rápido y sin pasar demasiado de la cultura general, para no convertir esto en un blog de biología/psicología.
La memoria es un proceso del cerebro por el cual somos capaces de codificar, almacenar y recuperar la información que recibimos. Los tres procesos son imprescindibles. Imaginad una gran biblioteca, a la cual llega un pedido nuevo de libros. Lo primero sería ver qué libros nos llegan, analizando autor, tipo, temática… Eso es codificar. A continuación es necesario colocarlo en la estantería adecuada, en base a la codificación realizada. Y por último, utilizando esos criterios, podremos ir directamente a la estantería y coger el libro deseado. Sin esos procesos, de nada valdría tener la sala repleta de libros.
En nuestra cabeza, esos “libros” son los recuerdos, y debemos tener nuestras propias reglas para que la conexión entre codificar-almacenar-recuperar sea satisfactoria.
De manera general, suele clasificarse la memoria en función del tiempo de retención:  MEMORIA A CORTO PLAZO, MEMORIA A MEDIO PLAZO Y MEMORIA A LARGO PLAZO, pero a mí me gusta más una clasificación que incluye una variante sensitiva:
  • MEMORIA SENSORIAL: son aquellos registros que percibimos antes de que nuestra atención se centre en algo. Estamos continuamente recibiendo datos, y si no llegamos a centrarnos más en el suceso, tal y como viene, se van. Ejemplo: un golpe cerca nuestro puede hacer que nos giremos bruscamente. Si no has prestado atención al suceso, en menos de un segundo desaparece de tu mente. Normalmente siguen un patrón FIFO (First In- First Out), aunque al final contaré una anécdota real de cómo puede pasar de memoria sensorial a memoria a largo plazo sin darnos cuenta.
  • MEMORIA A CORTO PLAZO (MCP): es el proceso por el cual registramos durante un corto espacio de tiempo la información de nuestras acciones e interactuaciones.
  • MEMORIA A LARGO PLAZO (MLP o simplemente MEMORIA):  es la “gran biblioteca”, donde almacenamos nuestras vivencias, experiencias y nuestro conocimiento. Normalmente se registran allí recuerdos a través de la repetición de un recuerdo de la MCP, a través del aprendizaje (bien por repetición o por comprensión), o de una experiencia emocionalmente intensa (buena o mala), aunque es posible que de repente, pasado el tiempo, nuestra mente recupere recuerdos de MCP de hace tiempo, o incluso recuerdos de memoria sensorial que no sabías que habías acumulado.

Si fuéramos un ordenador, se podría decir que la memoria sensorial es la webcam, la memoria a corto plazo en la memoria RAM y la memoria a largo plazo sería el disco duro. Para un directivo, tener muy entrenadas las dos últimas es fundamental, así que vamos a ello.

El juego de los números:
Primera semana. A primera hora de la mañana, escribe en un papel un número de 5 dígitos. No puedes volver a consultar el papel hasta la última hora del día. Antes de volver a consultarlo, debes escribir el número que recuerdes. A continuación comprueba el resultado. Es probable que hayas repetido el número en tu cabeza a lo largo del día, pero seguro que hay muchos momentos en los que tu atención se ha ido a otra cosa.
Al día siguiente, antes de escribir un nuevo número, intenta recordar la cifra de ayer. Y con 5 nuevas cifras, el juego comienza de nuevo. Repite esto durante una semana. En la segunda semana, incluye un nuevo dígito. Y con esas 6 cifras, repite el proceso.
En función de tu capacidad, es posible que tengas que empezar por 8 o  por 3. Depende de ti. Pero es importante que el comienzo te suponga sólo un pequeño esfuerzo. Ya irás cogiendo forma.

Variante al juego de los números: el juego de las palabras.
El proceso es el mismo que con los números, pero en esta ocasión se seleccionarán 5 palabras al azar. La idea es recordar esas 5 palabras, en el mismo orden que las escribiste.
También puedes combinar cifras y palabras.

El fotógrafo:
Observa a tu alrededor durante tan sólo 5 segundos. A continuación cambia la vista e intenta recordar todos los elementos que puedas. Todos los detalles: dimensiones, colores, posiciones … Toma tu tiempo y no te precipites. Aunque creas que ya no puedes recordar más, date un par de minutos adicionales. Cuando hayas terminado, vuelve a observar de nuevo, otros 5 segundos. Debes aprovecharlos para tomar nuevos detalles que no recordaste en el primer intento. En esta ocasión parece que resultará más sencillo, pero en esos 5 segundos deberás descartar aquello que ya tenías en tu mente para poder añadir los nuevos (eso ya lo tengo, eso ya lo tengo, eso es nuevo, eso también es nuevo…)
Este juego es posible realizarlo mientras caminas por la calle, o en casa o en trabajo. Ten en cuenta que en todos aquellos ambientes que conozcas bien, tendrás muchos recuerdos de la MLP, y que llegaron allí a fuerza de repetición (seguro que puedes recordar ahora mismo cómo tienes decorado el dormitorio, e incluso como tenías tu cuarto de pequeño, porque esos recuerdos los tienes almacenados en la MLP). Por eso, intenta practicar este ejercicio con entornos relativamente desconocidos.

Las parejas:
Para este juego necesitarás una baraja de naipes. En educación infantil se utilizan cartas especiales con parejas, pero para nuestro entrenamiento no es necesario. Coloca toda la baraja con las cartas ya mezcladas boca-abajo, ordenadas por filas y columnas. El juego consiste en levantar de dos en dos, en el orden que quieras, revisarlas y dejarlas de nuevo como estaban, hasta que encuentres dos cartas iguales (dos números o dos figuras iguales). Las parejas que vayas formando las vas quitando, dejando sólo cartas desemparejadas y boca abajo. Puedes levantar las mismas cartas tantas veces quieras.
A medida que vayas perfeccionándote en este juego, puedes aumentar su dificultad levantando más de dos cartas de cada vez, o emparejando familias (sólo parejas de números o figuras iguales de tréboles con picas, y corazones con rombos, por ejemplo).
Este ejercicio permite participar a más “memorizadores”, estableciendo turnos.

La agenda telefónica:
Hoy en día, a través del uso del teléfono móvil tenemos la posibilidad de llevar nuestra agenda de contactos siempre encima. Y además, como permite marcar directamente desde la agenda, no prestamos atención a ningún número. De manera que, perdiendo el teléfono, no seríamos capaces ni de llamar a los números más frecuentes.
El ejercicio consiste en usar la agenda del teléfono como una agenda de papel. Lee el número, memorízalo completo y márcalo. Puedes agruparlos de 2 en 2, o de 3 en 3, lo que te resulte más sencillo. Poco a poco verás cómo, a fuerza de repetirlos, los números más frecuentes pasarán a tu “agenda interna”

La anti-rutina: 
El peor enemigo (no patológico) de la memoria es la rutina. El aprendizaje de un proceso facilita el desarrollo del mismo, reduciendo el esfuerzo que nos supone realizarlo, de manera que no “forzamos” nuestro cerebro, y las conexiones con esos recuerdos de la MLP están muy “frescos”.
La anti-rutina consiste en deshacer esos procesos creados mecánicamente, y cambiar las cosas de sitio: Intercambia la ropa de cajones, ponte el reloj en la muñeca contraria, deja el coche en un estacionamiento que no acostumbres, intercambia tu lado de la cama con tu pareja al acostarte, etc. A medida que te vayas acostumbrando a los cambios, realiza otros. 

Quizá con este juego estés pensando que vas a perder un montón de cosas. Si quieres, para evitar extraviar cosas importantes, anota los cambios en una “hoja de emergencia”, por si acaso.


Mi pequeño rincón del mundo (ejercicio desestresante):
Como hablaba en su día en aquel post, el peor enemigo del trabajador es el estrés. Con este ejercicio refortaleceremos la memoria, y reduciremos el estrés.
Seguro que tienes algún lugar que te hace desconectar por un momento de la rutina, del agobio del trabajo y del estrés del día a día. Hay quien encuentra ese rincón durante las vacaciones en la orilla del mar, o durante un paseo por el campo, en un spa burbujeante o en la terraza de casa mirando al infinito. Mientras estás viviendo esos momentos, parece que no hay nada más a tu alrededor y que, con esa tranquilidad, podrías vivir 100 años.
El ejercicio es el siguiente: Cuando estés viviendo uno de esos momentos, concéntrate en recoger toda la información que te llega por los 5 sentidos. Normalmente nos centramos en la vista, que colapsa nuestro cerebro con el 80% de la información. Intenta escuchar cada sonido, oler y recordar la fragancia del ambiente, memorizar la sensación en la piel que estás sintiendo… Céntrate en la imagen y luego cierra los ojos para concentrarte en el resto de los sentidos. No tengas prisa. Tu misión en ese momento sólo es recoger y codificar.
Pasado el tiempo, por ejemplo en un día de trabajo, dedica 5 minutos a recordar aquel instante. Con la imagen visual en tu cabeza, intenta recordar todo aquello que recogieron tus sentidos, dándole mucho más realismo a tu recuerdo. Céntrate en cada detalle, en cada sensación, en tu estado de ánimo de aquel momento (cada emoción), e intenta traerlo al presente. Sólo por 5 minutos, regresa a tu pequeño rincón en el mundo...

Como decía al principio, sin memoria no somos útiles. Es la memoria la que nos da fluidez con coherencia en una conversación y contundencia en los datos en una negociación. No siempre vamos a tener nuestras notas delante o nuestro asesor al lado. Hay ocasiones en las que estás sólo. Bueno, sólo no. Estás contigo.

Un ejemplo real de cómo un recuerdo de memoria sensorial puede almacenarse inconscientemente en la memoria a largo plazo: Mi despertador conecta la radio. En el mismo momento que se conecta, suena un click, que ha pasado desapercibido para mí durante años. Pensaba que obviamente era la radio lo que me despertaba, porque aparentemente no oía otra cosa. Lo curioso fue cuando a plena luz del día, en el trabajo, me percaté de que a pesar del ruido que tenía la oficina, cada vez que alguien pulsaba el botón de la fuente de agua, me sobresaltaba nervioso (aumento de pulsaciones y mi atención fija en la fuente). Observé este proceso durante días. En ocasiones apenas se podía oír el ruido del botón de la fuente entre otros ruidos, como conversaciones, impresoras, etc., pero aun así me exaltaba. Presté atención al sonido e intenté analizar a qué me recordaba, pero no fui capaz. Días más tarde, en la cama, despierto antes de que llegara mi hora de levantarme, pude escuchar cómo se conectaba la radio. Y entonces lo vi claro: era el mismo ruido que el botón de la fuente.