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sábado, 12 de mayo de 2012

DISTRÉS, O CUANDO EL ESTRÉS SE VUELVE MALO


La expresión de las emociones en hombres y animales difiere en que los hombres hemos desaprendido a gestionarla

Profundizo en el tema del estrés laboral porque creo que es uno de los grandes males que atacan a los directivos en estos momentos. Muchos al oír hablar de la palabra estrés temen reconocer el mal que les produce, bien por su posición jerárquica en la empresa o bien porque en la sociedad aun está visto como una muestra de debilidad. Hablaremos a continuación de todo esto. Para comprender el origen del estrés, y sus consecuencias en el organismo, recomiendo leer ahora el post de febrero http://directivosorg.blogspot.com.es/2012/02/el-mayor-enemigo-del-trabajador-el.html

Recordamos de aquel texto que, ante la aparición del estrés, pueden suceder 3 cosas.
1)    Que la situación que ha provocado el estrés cese en un corto espacio de tiempo, con lo que nuestro cuerpo recuperará el tono de reposo sin mayores consecuencias. Este proceso se denomina ESTRÉS.
2)    Que la situación que ha provocado el estrés no cese en un corto espacio de tiempo, sino que se mantenga, sometiendo a nuestro cuerpo a una tensión continua. En este caso, se denomina DISTRÉS.
3)    Que la situación que ha provocado el estrés no sea real (no digo que nunca haya existido, sino que en el momento de comienzo de la situación de estrés no estaba sucediendo). A este proceso se le denomina ANSIEDAD.

Nos vamos a centrar en el DISTRÉS, y os voy a poner unos ejemplos reales para aquellos escépticos que desconfían del poder de la mente sobre el resto de los órganos. Seguro que os identificáis con alguno de ellos.

En mi época de estudiante, coincidí con dos hermanos que estudiaban en la misma clase. Se llevaban un año, pero uno repitió las pruebas de acceso a la Universidad y allí estaban los dos compartiendo curso. Al llegar el momento de cada examen, uno de ellos era incapaz de rendir como debía. El miedo le bloqueaba y normalmente se quedaba en blanco. El otro en cambio, entraba insultantemente relajado (o eso creía), y era capaz de realizar con acierto cuantas pruebas le pusieran.

Una semana después de terminar cada periodo de exámenes, el que se bloqueaba en los exámenes se sentía físicamente perfecto como para empezar a estudiar de nuevo. En cambio, el aparentemente relajado, sufría un periodo de gastroenteritis que en varias ocasiones precisó hospitalización.

¿Cuál era más vulnerable a un periodo de estrés? Pues lo cierto es que el segundo. Había aprendido a controlar tan bien los síntomas del estrés, que los terminó interiorizando. No gestionando. Simplemente “apartando para luego”. Y como él no lo sentía mientras estaba sucediendo, no podía actuar. “Yo no estoy nervioso”, decía. Pero no era cierto, aunque él no lo sabía en aquel momento.

En un proceso de selección de directivos se busca eso, alguien capaz de “controlar su pulso” ante decisiones importantes. Nunca nos hemos parado a pensar si gestionamos ese estrés o simplemente lo controlamos y apartamos. ¿Cuántos directivos conocéis con hipertensión, úlcera gástrica, jaquecas, tics, y una lista interminable de dolencias?

Algunos piensan (quizá tú), que va incluido en el puesto. Nada más lejos. Un directivo debe estar preparado para soportar la RESPONSABILIDAD, no el ESTRÉS. No son sinónimos, por más que queramos decirlo para sentirnos más fuertes.

El DISTRÉS no es sencillo de identificar. Peor cuanto mejor controles tus emociones. Verás que sufres dolencias patológicas que no puedes asociar a nada, porque no suceden simultáneamente con la situación de ESTRÉS.

Paul Mac Lean, quien divulgó la famosa hipótesis del cerebro triple (y cuyo contenido os puedo contar de manera individual si me lo pedís por email (lepilatrenado@gmail.com) por no enrollarme aquí), denominó a ese tipo de pacientes ENFERMOS PSICOSOMÁTICOS. Gente que mentalmente no sufre las consecuencias del estrés pero que, al no gestionarlo, terminan dañando su cuerpo (termina saliendo por algún sitio).

Nunca aceptéis el estrés (o distrés) como parte de vuestro trabajo. Tenemos que aprender a asumir las consecuencias de nuestras decisiones. Eso es responsabilidad. Nuestra experiencia y nuestros conocimientos nos hacen decidir acertadamente (al menos para nuestra escala de valores). Eso es dirigir. Llegar a casa cansado es normal. Llegar a casa estresado es un defecto demasiado extendido y demasiado aceptado.

Más adelante aprenderemos algunos ejercicios para poder gestionar el estrés acumulado.

Por cierto, si alguien se está preguntando por qué eran tan distintos los hermanos llevándose tan poco tiempo, os diré que hay una parte de nuestra forma de ser que depende de la educación, experiencias vividas, entorno, … que es el carácter, y otra parte innata que es distinta para cada individuo, que es el temperamento. Pues ellos tenían distinto temperamento, por lo que habían desarrollado distinto carácter. De eso trata todo esto. De conseguir encauzar nuestro temperamento a través del desarrollo de nuestro carácter. De esa manera el temperamento no condicionará nuestras acciones, para que ya no sirva el autoconsuelo de “yo soy así…”